Cretinópolis

039 Las historias de signore Vudu

«Si gustan de chapotear en las más insanas aguas de la decadencia y el absurdo del mongo sapiens, Cretinópolis es el sitio apropiado, pues esta antología de cuentos y fotografías es el resultado de un nuevo exabrupto, otra vía por la cual Jean-Gabriel Tanachian -estrafalario evangelizador del esperpento- da rienda suelta a su caústico tsunami de abrasador nonsense y levanta la cortina de su particular sideshow de criaturitas desalentadoras que se hamacan entre el gore más estudiadamente repulsivo y el surrealismo más lisérgicamente daliniano».

«Si algo podemos decir sobre este abisal personaje es que, en persona, es más excéntrico aun que cualquiera de sus relatos y que la creatividad es su mal menor, es un monstruo fiel a sí mismo, manteniendo una incombustible y mordaz línea combativa que lleva ya un cuarto de siglo de infatigable y punzante ironía, de incisivo fustigamiento y satírico insulto hacia (casi) todo».

«El dibujo, la crítica cinéfila y literaria, la experimentación audiovisual y la música son campos en los que ha incursionado y esparcido el virus de lo absurdo, del cual es sumo pontífice y excelso maestro de ceremonias. Su fiel ejército de malogrados seres contrahechos inundan cientos de folios y saben también danzar una más que armoniosa jiga teratológica, pues este orate les ha dado vida, sus leviatanes son, desde hace tiempo, radioactivos espantajos animados que pueden ver en la Red en otro gran dislate visual y auditivo, granja de monstruos de indigesto sabor alojada en YouTube».

«El cine, como dije, tampoco es para él un terreno ajeno, todo lo contrario, es ésta un área que domina con erudición y gran acervo anecdótico desde hace más de 25 años. Desde la Red cristaliza ahora, también, una vieja aventura adaptada a los nuevos formatos pues a través de “Séptimo Arrebato” comparte su amplia cultura cinéfila con todos los empedernidos amantes del buen cine. Recuerdo que en el lejano 1991 ya se dedicaba a publicar, en formato fanzine, una revista titulada «Las Hurdes: Tierra sin gas», que vendía por los video clubs de Montevideo. Labor que le exigía mucho tiempo, dedicación y amor al celuloide, una encomiable tarea realizada de manera absolutamente artesanal (el escribía las reseñas de las películas y decoraba con dibujos la publicación)».

«Como pueden ir apreciando, el grotesco show de engendros salidos de la febril imaginación de este remoto pergreñador de pesadillas y resacas visuales ha desfilado por innumerables pasarelas, todas ellas formadas por rocambolescos puzzles lisérgicos. Deambular al azar por el infame set de Tanachian puede provocarles una aguda sensación de vértigo y embriaguez visual. En los imposibles decorados de esta perpetua y pertinaz resaca expresionista parece haber estado implicado Vlad Tepes con un par de occisos compatriotas más, Ionesco y Cioran».

«Una densa y pútrida atmósfera de absoluto disparate flota impasiblemente sobre los poco agraciados prisioneros de su pluma. Como en la fría y aséptica sala de luces cenitales de un psiquiátrico, los personajes se arrastran por horizontes devastados, libres de cualquier corset lógico, alucinados y desesperadamente perdidos, víctimas ignorantes de su condición que secretamente nos dan a entender que la vida es ridícula y quienes se empeñan en ejercitarla son necios petimetres con ínfulas regias, seres incapaces de ver las agujas que perforan sus irrisorios cuerpecitos vudú».

Claudio Barragán Sacco 

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